Del Dicho...



                                                          La Viña y el Potro , que lo críe otro.
por Jose Ardura



Este viejo proverbio, oriundo del valle bajo del Guadalquivir, viene a constatar lo que cualquier persona del mundo del caballo conoce perfectamente, al igual que el agricultor sabe que plantar una viña para ponerla en producción o criar un caballo con destino a los diferentes usos  y finalidades a los que se puede orientar cada ejemplar, cualquiera que este sea, son labores que exigen intensa dedicación y mucho tiempo, y siempre con resultados inciertos.

Hablamos de tiempo como si este pasará en vano y fuera lo menos importante, pero analizando lo que supone ese periodo que en el caso de los potros/as se amplia de meses a la cadencia incluso de 2 o 3 años, tiempo en el que haciéndose eco de otro dicho... "El potro nace y se hace", es cuando hablamos de "NACE" con sus respectivos gastos antes y durante el nacimiento, y es a partir de ahí cuando empieza otra gran labor con el producto, ya que conseguir que nazca es tan solo el mérito de 11 meses de espera y una anterior elección e importante decisión de hacer un cruce posiblemente acertado a nuestro gusto pero no por ello de acierto garantizado, pero después de conseguir una preñez con éxito es el criador quien con responsabilidad lo cría, y dentro de la palabra "HACER" influyen muchos factores como... alimentación, cuidados, veterinaria (desparasitar , vacunar, revisiones, testar, ...), herraje y control de cascos y aplomos mediante profesionales, reseñas... (todo suma gastos) y sobre todo el esfuerzo y la dedicación para que ese producto, llegado el momento, este en el mejor y máximo esplendor.

No cabe duda de que, cuando se posee un caballo que da buenos resultados en la finalidad a la que se destina y tiene buen carácter, uno se siente inevitablemente tentando a criar con él para asegurar su descendencia que, como ya se ha dicho anteriormente presumiblemente también ofrecerá productos positivos. Sin embargo, es esta una labor ardua que comienza con la elección del semental y que para quien conoce la parte de criar requiere su tiempo para saber complementar lo mejor posible ambos progenitores.
La yegua madre quedará inutilizada para cualquier actividad más que la de criar durante el año de gestación dentro de un programa responsable y los seis u ocho meses de crianza de su producto, y en cuanto a este, tras nacer los ya mencionados cuidados y dedicación a partir de que ya forma parte como uno más de la ganadería. Añadido a esto y aunque un día el ejemplar criado demuestre su máxima calidad recompensando el esfuerzo del tiempo invertido no se acaba ahí, porque es siempre asequible poder ir un paso más haya e intentar aprovechar aun más a ese mismo producto.

Hoy cuando la situación económica posibilita encontrar en el mercado una amplia oferta de ejemplares de todas las razas y en nuestro caso especial Pura Raza Árabe de diferentes edades y sexo al igual que de calidad, aptos para disciplinas montadas, criar, competir en morfología o por simple afición y ocio a precios muy accesibles, por  esta real pero lamentable situación  la pasión de la cría propia parece perder importancia y uno se siente más inclinado a seguir la recomendación del proverbio.
Si bien es cierto que resulta frustrante ese momento en el que el propietario dispone u ofrece ese producto que de más o menos calidad resulta en los tiempos actuales prácticamente menospreciado y casi llevado a un comercio de regateo como si se tratará de un simple objeto de incierto valor, hay diferentes casos y una amplia gama de calidades dentro de las que principalmente cuando hablamos de potros y potras  nos basamos para como compradores llevarnos la balanza a nuestro lado, exigimos o nos fundamentamos en conseguir que sea... ( hijo/a, nieto/a de... "genealogía", una capa que aunque casi todos decimos que no es imprescindible, intentamos conseguirla, y después la impresión que nos causa el propio ejemplar por su conjunto morfológico y de movimientos con la idéa concreta que tenemos en mente para el fin que pretendemos destinarlo), sumandolo todo el criador sabe perfectamente la calidad que ofrece, al igual que sea cual sea el comprador a de tenerla en cuenta. Es coherente y lógico admitir por todos que poseer o adquirir un ejemplar árabe de alguna forma es un articulo de lujo, y según por cuanto apostemos el valor se va incrementando... también es cierto que los precios han bajado, pero de igual manera los gastos para el criador se mantienen, hoy la gran mayoría de los ganaderos no obtienen el margen de ganancias de hace unos años donde siempre había un comprador interesado y que más o menos había un mercado fluido para todos.
Los productos de cierta calidad solo por inversión ya acarrean un gasto considerable al criador, gastos que no son valorados ni reconocidos por parte del comprador y que se suele excusar con la amplia oferta donde pueden escoger, pero hay que tener en cuenta que dentro de esa amplia oferta los ejemplares no presentan la misma calidad ni son comparables.
La conclusión es que la "calidad" siempre tiene un precio.



Claro ejemplo son los días de la reciente primavera que como cada año  y muy especialmente en este se presento tan exuberante por las abundantes lluvias caídas, y que en cada ganadería grande o pequeña la ilusión llega con los nacimientos, pero que pese a la pasión este año como en los tres o cuatro anteriores ha disminuido considerablemente el número de productos. Así pues , puede que, a pesar de todo y a pesar de las facilidades que el mercado ofrece para quien quiera adquirir que no son las mismas para el que produce, uno se siente como cada temporada tentado por la cría para no tener que echar de menos la alegría del nuevo nacimiento, la observación del desarrollo del potrillo, su entrada en la fase de aprendizaje y la satisfacción de verlo progresar. No en vano, somos humanos y nuestras aficiones se nos hacen irresistibles.
El ver los potros disfrutando en la finca con hierba que casi les cubre, verlos moverse cada día con más elegancia e ímpetu que ya en esa etapa tan temprana demuestran, muestran las futuras maneras y capacidades, su cambio de pelaje y el resurgir de sus madres a sus tonos y brillos estivales, nos lleva de nuevo a la compensación que proporciona el criar nuestros propios caballos.
En relación a la actual situación resumiendo los pros y contras hay que admitir que de alguna forma ha sido una extrema pero beneficiosa forma de seleccionar en orientación a la mejora de la calidad, ya que muchos criadores han atajado sus programas de cría reduciendolos a la producción de sus mejores ejemplares, al igual que muchos de los productos de peor calidad han sido retirados en muchos casos incluso mandandolos a los mataderos como es el triste caso de los P.R.E que al tener tanta cantidad es su último recurso para reducir número, además muchos criadores han decidido tan solo reseñar e inscribir a los ejemplares que avalen  su calidad con lo que la selección se a vuelto más exigente.

Con todo esto es entonces cuando el refrán andaluz deba ser considerado en su otra versión y por quien entiende lo que significa la pasión de criar la dará como válida..."La Viña y el Potro, los criamos nosotros".